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Resignificación de los Paradigmas Espirituales en la Sociedad del Siglo XXI

julio 27, 2010
Hace muchos miles de años el mundo era solo uno. Diferentes civilizaciones tienen diferentes nombres para ese momento. Svetadip, bhu-mandala, Pangea. Las descripciones de los sucesos de cómo se formó, qué pasaba en ese momento y cómo llegó a dividirse difieren de grupo humano a grupo humano. Pero una cosa es común a todos. Todos coinciden en que en un momento, hace muchos miles de años, el mundo era uno solo. Una isla flotando en el océano.
Desde hace poco más de 500 años a esta parte, ese mismo mundo, dividido en seis continentes, fue volviendo gradualmente a su condición de uno. Desde la integración del continente americano a la confección de un mapamundi total hasta el pricnipio del fin de las sociedades monárquicas con la Primera Guerra Mundial  y el final de la soberanía sobre la información durante el período de la guerra fría, el fenómeno de la globalización es una realidad indiscutida y cada vez menos resistida. Todos coincidimos en este momento en que, desde hace unas cuantas decenas de años, el mundo es uno solo. Una isla flotando en el espacio.
Estamos viviendo una economía globalizada, que para poder funcionar óptimamente requiere que todas las economías estén vinculadas a la economía global hegemónica. Vivimos también una información globalizada. Tenemos la posibilidad de saber al instante cualquier cosa que suceda en cualquier punto remoto del globo, pero al mismo tiempo los medios de comunicación pueden controlar lo que la inmensa mayoría de la población mundial piense, opine, desee o rechace.
La generación de acuario llevó adelante el proceso de la globalización a un nivel mucho mayor que el sospechado antes de la década del `80. Internet y los dispositivos satelitales lograron hacer desaparecer virtualmente las barreras de las distancias. Tenemos la oportunidad sin precedentes de poder acceder al interior de las sociedades humanas más alejadas y herméticas. Cualquiera, sin necesidad de ser un doctor en lenguas o historiador o etnólogo o arqueólogo puede, con un simple click, acceder a cientos de artículos escritos con referencia a una tribu amazónica o a una antigua civilización perdida. El problema es que no siempre estamos preparados para articular la información que obtenemos con nuestros conceptos y preconceptos. Algunas creaciones culturales son simplemente “demasiado exóticas” para nosotros. Nuestra capacidad de permeabilidad cultural quedó desactualizada con respecto al torrente de información pluricultural que continuamente inunda nuestro universo simbólico. Parecería ser que el desafío para las generaciones de este siglo es lograr la globalización de la conciencia, o, dicho de otro modo, desarrollar una conciencia globalizada, que pueda integrar los diferentes paradigmas que a lo largo del tiempo la raza humana ha ido construyendo en todas las geografías.
Es un desafío que podría al mismo tiempo terminar con el comportamiento arrogante de la edad moderna de considerar atrasada, prehistórica o “menos evolucionada” a cualquier civilización que no sea caucásica, aristotélica y cientificista. La civilización moderna ha caído en la trampa de considerar incivilizado a todo lo que no sea una creación moderna. En la ceguera de su orgullo olvida y niega las producciones americanas precolombinas, africanas, egipcias, chinas, islámicas e indias, por mucho anteriores al modernismo, a las que relega a una existencia mítica y cuyos logros tilda de fantasías. Al igual que la economía globalizada del modernismo es globalizadora, ya que requiere controlar a todas las economías  para poder funcionar óptimamente, la cosmovisión globalizada moderna también es globalizadora. Nada pudo haber existido antes y nada podrá existir aparte de este sistema. Como el emperador chino Shih Huang Ti que mandó quemar todos los libros anteriores a su nacimiento para borrar todo registro de una historia en la que él no haya existido, esta civilización intentó exterminar todo trazo de creación cultural anterior a ella directamente, destruyendo libros y practicantes en campañas como las cazas de brujas, la inquisición, los gobiernos de facto en los países tercermundistas, el bloqueo a Cuba, etc, e indirectamente calificando y enseñando a considerar como inferiores a los saberes de civilizaciones anteriores, denominando artesanía a sus expresiones artísticas, creencias a sus ciencias, idolatría a sus religiones y barbarie a su civilización. Y así como nada que sea bueno pudo haber existido antes del modernismo, (ver como resolver la cuestion griega) igualmente nada bueno podría existir después. Solo el desastre mundial puede subseguir al fin de las redes sociales y económicas del modernismo, que solo una  catástrofe mundial podría desarmar. Incluso el posmodernismo es tan solo una creación parasitaria en dialéctica con el modernismo, que lo acepta como una suerte de tribu urbana en la que algunos miembros insatisfechos descargan sus frustraciones emocionales hasta que la agitación hormonal del descontento social se apacigüe y logren reinsertarse en la sociedad de consumo a la que pertenecen.
Pero en nosotros está la posibilidad de generar un cambio. El cambio de los paradigmas. O mejor dicho, el cambio de nuestros pequeños paradigmas, heredados de una tradición de hipocresía y guerras, por un paradigma mayor, contemplador de los diversos pequeños puntos de vista individuales.

Brahmeti paramatmetibhagavan iti sabdyate. Llegamos aquí a un concepto interesante: el de la verdad absoluta. La Verdad Absoluta es uno de los puntos axiomáticos de la cosmovisión oriental, en contraposición con la visión occidental del relativismo absoluto. El relativismo puede parecer en primera instancia una posición intelectualmente desarrollada y éticamente amplia. En contraste, la idea de una verdad absoluta podría sonar autoritaria y soberbia. Pero como todo en este mundo de apariencias engañosas, un segundo análisis nos permite observar que el relativismo es en realidad un absolutismo encubierto, ya que si todo es relativo entonces nada es absoluto salvo la afirmación de que todo es relativo, la que es una afirmación absoluta y absolutista, que no permite la existencia de otra verdad no relativa. Una afirmación de esta clase es una falacia, ya que se cancela a sí misma: todo es relativo salvo la relatividad de todo, que es absoluta. Si todo fuera relativo, entonces la relatividad de todo debería ser relativa también, por lo que algunas cosas podrían ser absolutas, y si algo es absoluto, entonces no es relativo, que es lo que el concepto de verdad absoluta postula: hay una verdad absoluta en un océano de verdades relativas. O sea, la proposición absoluta de una verdad relativa es un engaño y la proposición hiperbólica de la relatividad apoya el concepto de verdad absoluta. Los resultados son claros. Lo que en primera instancia parecía autoritario y soberbio aparece ahora como el resultado natural de la libertad total de opciones o libre albedrío.
La palabra sánscrita utilizada para verdad tal como es el significado que le estamos dando ahora es tattva. Tattva significa verdad y significa ciencia. Por lo tanto cuando hablamos de La Verdad estamos hablando de aquello que ha sido demostrado científicamente y también nos referimos a aquello que se busca saber por medio de una ciencia en particular. Tattva también es el conjunto de técnicas y procedimientos propios de una ciencia, así como también de su producción teórica.
Entonces, la Verdad Absoluta es, como ya dijimos, el lugar donde descansan todas las verdades relativas. No es el resultado de la combinación de todas las verdades relativas, ni el total de verdades relativas aglutinadas en un concepto. Como todos sabemos, la suma de las partes no constituye el Todo, sino que el Todo es mayor que la suma de las partes.
Hay un sinfín de verdades relativas. Pero la verdad absoluta es una sola. Y aquí es donde se presenta el problema epistemológico en la mayoría de las mentes intelectuales críticas de nuestra época. Porque todos sabemos los resultados desastrosos que trajo en la historia el dogma de una verdad única absoluta. Quienes se creen los poseedores de La Verdad se creen con poder de obrar sobre los demás. Pero ese no es un problema de la verdad absoluta, sino de quienes creen poseerla. La Verdad Absoluta nada tiene que ver con fanatismos religiosos ni de otro tipo. En realidad, es todo lo contrario. Acercarse mínimamente a la comprensión de una verdad absoluta requiere, en primera instancia, la aceptación de la co-existencia pacífica de todas las innumerables verdades relativas en un mismo momento y en un mismo lugar, sin que por ello entren en conflicto. La verdad Absoluta no es una verdad que se presenta “superior” a las verdades relativas y por lo tanto desacreditadora de éstas, sino que es una verdad “mayor” ya que las abarca a todas permitiéndoles existir en su totalidad. Om tat sat.
La Verdad Absoluta existe más allá de la percepción de los tattva-vadis, los buscadores de la verdad, y las realizaciones que cada uno de éstos tienen constituyen las distintas verdades relativas. Se da así una relación dialéctica entre el conocimiento, el objeto del conocimiento y el conocedor.
En las cosmovisiones orientales, especialmente en la civilización Védica, conocida también como la cultura del Valle del Indos, todo es conciencia, en diferentes estados de manifestación, así como el agua, el vapor de agua y el hielo son diferentes estados de manifestación de un mismo elemento. Decir que todo es conciencia es decir que todo está vivo, ya que la conciencia es una de las manifestaciones de la vida. De las dos corrientes más importantes del pensamiento védico, la concepción personalista y la impersonalista, se puede encontrar como punto en común que dentro de la energía material todo es conciencia y que esa conciencia emana de una misma fuente de conciencia, que es conciente de todas las partes concientes a pesar de que las partes no sean concientes de la fuente. La corriente personalista, que es a la que adherimos, no en oposición a la corriente impersonalista pero sí en aceptación de la concepción personal de la Verdad Absoluta, sostiene que al ser todo conciencia y que por estar vivo todo lo conciente, y por ser lo vivo en última instancia, una entidad viviente individual, se puede tener una relación personal con todo lo que nos rodea, desde otro ser humano hasta el viento, el agua, el cosmos o el pensamiento.
Desde esta situación, la verdad y el buscador de la verdad estarían en un mismo plano de existencia. Ambos serían personas, y ambas personas serían concientes. Persona no significa humano o humanoide. Persona significa poseedora de una identidad y de atributos únicos. Así como mi personalidad y la personalidad de mi mascota son únicas y mis atributos (mis ojos, mi nariz, mi familia, etc.,) y los atributos de una planta o de un picaflor son también únicos.
Decíamos, entonces, que siendo tanto la verdad y el buscador de la verdad personas, ambos son también, sujetos. Esto es de particular importancia a la hora de adquirir el paradigma védico. Para el pensamiento oriental en general la existencia se presenta en una triple manifestación y ese número no puede aumentar ni disminuir. La forma en que se presenta la verdad es: 1 la de sujeto; 2 la de objeto y 3, la relación que los une. Siempre el sujeto es uno, el objeto sea singular o plural también es uno, ya que puede reducirse a un conjunto singular (los perros = la jauría) y la relación que los une también es una, aunque posee diferentes matices. Es importante recordar que estamos hablando de una cosmovisión con un Marco Teórico Referencial muy distinto al nuestro, y por lo tanto algunos conceptos pueden resultar muy difíciles de aceptar al principio, aunque se pueda entender el camino lógico que lleva a tales conclusiones.
El símbolo Yin-Yan puede ser de utilidad a la hora de comprender este concepto de la triple presentación de la Verdad. En el símbolo Yin-Yan aparecen dos elementos, uno representado con el color blanco o rojo, y otro con el color negro o azul. Cualquier observador puede notar que en ese símbolo hay dos elementos, y rápidamente llama la atención dos puntos de color invertido dentro de cada color, y una línea ondulada que separa cada color. La línea y los dos puntos de color invertido indican la relación que hay entre los dos elementos. Para cada elemento sujeto el otro elemento es objeto. La línea ondulada sugiere movimiento, indicando que la existencia de uno comienza donde termina la del otro, y viceversa, estableciendo una relación dialéctica en la cual el objeto es poseído por el sujeto al mismo tiempo que el objeto posee al sujeto. En la oración “Pedro ama a Ana”, Pedro es el sujeto, Ana el objeto (la ama) y ama la relación que une al sujeto con el objeto. Si decimos “Ana ama a Pedro” la situación es la misma, a la inversa. Podemos decir “El buscador de la verdad encuentra La Verdad”, y un oriental podría decir también “La Verdad se manifiesta al buscador de la verdad”, siendo La Verdad capaz de elegir manifestarse o no ante un buscador determinado.
De todos modos, y como hemos visto anteriormente, la totalidad de la percepción de la Verdad por parte del buscador consistirá siempre en solo una porción de La Verdad total, La Verdad Absoluta, que permanecerá inaccesible en su totalidad. Y esto se debe a que La Verdad Absoluta está en turiya, la cuarta dimensión de la manifestación de La Verdad, en la que no es sujeto ni objeto ni relación, sino que es lo que contiene a todo. En el símbolo del Yin-Yan el aspecto turiya está representado en el círculo dentro del cual se representan los elementos y la relación.
Este aspecto turiya está más allá de la percepción de los sentidos, y por lo tanto solo se puede tener un atisbo de ella por medio de la inteligencia. La literatura védica recomienda trascender el plano de los sentidos y sus objetos, y el plano de la mente, para establecerse en el plano de la inteligencia, ya que desde el plano de la inteligencia se puede llegar al plano del ser, que es el punto de partida del verdadero conocimiento. “Conócete a ti mismo” era la premisa filosófica en la cuna de la civilización occidental. Athato brahma jijñasa es el equivalente en sánscrito. Athato brahma jijñasa es el primero de los aforismos contenidos en el Vedanta-sutra. Athato, ahora. Ahora que has llegado aquí, ahora que has encontrado el conocimiento, o que el conocimiento ha aceptado revelársete, ahora, que llegamos al umbral de la percepción de una Verdad turiya, incluyente, abarcadora, athato, ahora, brahma-jijñasa, comencemos a inquirir acerca de brahman. Y ¿qué es brahman? En el Bhagavad-gita, La explicación de la verdad referente a La Verdad dada por La Verdad en persona Sri Krishna responde a la pregunta de Arjuna kim tad-brahma ¿Qué es Brahman? (Bg 8.1) diciendo aksaram brahma paramam svabhavo’dhyatman ucyate / bhuta-bhavodbhava-karo bisarga karma-samjñitah “La indestructible y trascendental entidad viviente recibe el nombre de Brahman, y su naturaleza eterna se llama adhyatma, el ser. La acción que está relacionada con el desarrollo de estos cuerpos materiales se denomina karma, o actividad fruitiva (actividad ejecutada con el objetivo de conseguir ciertos resultados). (Bg 8.3) Brahman es la entidad viviente, el sujeto. Adhyatma es su naturaleza, lo que la entidad viviente es, y actúa como objeto del sujeto entidad viviente. Karma es la relación entre  la entidad viviente y su naturaleza y de esa relación los cuerpos materiales son creados y mantenidos. La cuarta dimensión, turiya se denomina Parabrahman, el Brahman Supremo. Entre Brahman y Parabrahman existe también una relación, siendo Brahman objeto de Parabrahman y viceversa. Los distintos tipos de relación (rasa) entre Brahman y Parabrahman se encuentran descritos en la literatura védica, ubicando al madhurya-rasa, la relación basada en el amor, como la más excelsa relación posible entre la entidad viviente y la Verdad Absoluta, Parabrahman. Cuesta trabajo imaginar una relación amorosa con una verdad o ciencia, pero si recordamos que esta verdad es una persona con cualidades y atributos, entonces nos podemos acercar más a la idea de tal relación amorosa.
Las entidades vivientes somos por naturaleza buscadoras de placer y favorables al amor, y nuestra ocupación natural es el servicio. El deseo de amar y de servir o satisfacer o agradar a la persona amada está presente en todos. Incluso si alguien tiene problemas en amar a otro ser humano busca una mascota a quien amar y servir. O están los que dirigen esas tendencias al servicio amoroso a una nación, un ideal o un planeta. Pero la literatura Védica no s recomienda dirigir nuestras tendencias amorosas y serviciales a La Verdad Absoluta, ya que en esta Verdad Absoluta están contenidas todas las otras demás verdades relativas de nación, país, sociedad, ecosistema, familia, etc. Estableciendo una relación adecuada con la Verdad Absoluta, o Parabrahman, o Persona Suprema, automáticamente todas las demás relaciones quedan satisfechas, del mismo modo que por regar las raíces de un árbol automáticamente proporcionamos agua a todas las ramas, hojas y frutos. Regar independientemente cada una de las ramas, hojas y frutos no es una tarea práctica y además los resultados serán negativos, porque no se puede alimentar a las partes por separado, de la misma manera que no podemos alimentar a la mano o la cabeza por separado. Pero al proporcionarle alimentos al estómago automáticamente todos los miembros del cuerpo se nutren. Esto no quiere decir que se deben desechar las relaciones con país, nación, familia, medioambiente, etc. Desatender o desechar las ramas, hojas y frutos es tan desaconsejable como atenderlas exclusivamente despreciando las raíces. Lo mismo con nuestro cuerpo. No vamos a cortar las manos o la cabeza solo porque la alimentación depende del estómago. No es eso lo que estamos diciendo. No estamos diciendo abandonen todas sus relaciones y dedíquense al servicio de la Persona Suprema exclusivamente. Pero sí estamos diciendo “dediquémonos al servicio amoroso a la Suprema Personalidad de Dios, Sri Krishna, y de esa manera desarrollémonos como sujetos, y establezcamos mejores relaciones con los demás, a viéndolos también como sujetos, y no solo como meros objetos en relación a mí.
Muchas gracias.
Hare Krishna.

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